Vingt-quatre
vingt-quatre
Un año más y las cosas siguen igual. Parece que el tiempo se ha fracturado en mil pedazos… Alguien dijo que de un problema surge algo mejor, alguien susurró algo parecido al inicio de esta crisis, tanto tiempo con nosotros, le he cogido aprecio. Ya no me hago la idea de vivir sin ella. Sé más de su existencia que la de Terrence Malick, por ejemplo.
Ha pasado mucho tiempo y las cosas siguen igual. Alguien te dice como has de ir vestido al trabajo, querido amigo, cual será tu puesto y qué culo tendrás que lamer. Deberás estar presente en el bautizo de tus retoños, porque claro, no querrás que sean salvajes, incivilizados y bárbaros. Tendrás que casarte e ir a las comidas familiares cada domingo, bien vestido, con la ropa que te han indicado correcta para el trabajo y lamer, está vez, el culo de tu suegro, porque resulta que es él tu jefe y el que te dio trabajo. Serás un buen marido e hipotecarás tu vida para hacer feliz a tu mujer con un chalet en la playa, un hermoso adosado, en el que por la noches se oyen las voces de los vecinos. De vez en cuando gastarás tus pagas extraordinarias en un crucero con una pareja insoportable, los matarías, pero resulta que son los mejores amigos de tu mujer.
Parece ser que en algún momento alguien decidió evitar todo esto, Jeremías Johnson había sufrido lo suyo en la infértil llanura y decidió adentrarse en las viejas montañas rocosas, su peor enemigo era una vieja tribu, cuya grandeza se medía por el poder de su enemigo, en este caso Johnson que al contrario que en la llanura, en la montaña se le había premiado su valor. Pequeño Gran Hombre (D. Hoffman) criado en las ancestrales tradiciones de los Cheyenne, tuvo que pasar por todas las etapas que puede pasar un hombre, de pistolero, timador, comerciante, gran devoto, borracho… para advertir que su vida se encontraba en el poblado Cheyenne , con su viejo abuelo que había quedado ciego de ver los horrores cometidos por los blancos. Wyatt (Peter Fonda) y Billy (Dennis Hopper) en Easy Rider tuvieron un final triste en su aventura por la vieja américa, siempre vistos como peligrosos hippies que hacían tambalear el establishment… Y qué decir de la relación de amor entre dos cowboys encargados de cuidar ganado en una sociedad rígidamente cristiana y de buenas costumbres, en Brokeback Mountain… La ignorancia de unos cuantos puede acabar con todos.
Siempre queda la esperanza de que alguien se salte las reglas, por el bien de nuestro inexistente futuro.