Merci Cousteau
Que nos expliquen qué es un Pokemon o para qué sirve un Tamagotchi por favor.No somos mayores y la niñez la dejamos hace ya algunos lustros atrás pero después de ver a estas generaciones herederas de los desperfectos y el rancio avanzar del tiempo nos preguntamos, qué habrá aportado que un niño sepa usar un móvil antes de que esos dientes de leche, sinónimo de infancia e inocencia, caigan… Nos paramos a pensar y llegamos a la conclusión de que fuimos de las últimas generaciones impregnadas de un aire de romanticismo, romanticismo que ahora se envasa en estúpidos productos hijos del mercado. Qué fue de aquellos tortazos que recibíamos al meter petardos en las basuras del vecino o de las carreras agónicas perseguidos por nuestras madres con la zapatilla en mano cuando percibían en nosotros una actitud chulesca seguida de una mala contestación o un mal gesto. Dónde quedaron Mazinger Z o David el Gnomo? Qué fue de Chicho, Maya, Marco o los Fruitis?
Hubo una generación X ¿Seremos nosotros? A caso una nueva generación perdida, sería necesario mirar hacia el pasado… Y qué será de estas generaciones inundadas por una educación en decadencia? Mejor no hacer mención a la sarta de vocablos malsonantes que nos podrían venir a la cabeza. Es algo que inevitablemente vemos todos los días pero hay lugares en los que todo esto no existe. Lugares en los que solo existe tu gente, un velero, una sonrisa y un grito poderoso de alegría. Observamos con la curiosidad que heredamos de aquel entrañable Cousteau cómo nos deslizamos sobre este manto azul llamado Cantábrico al son del viento, guiándonos amablemente y recordándonos lo que fuimos.